"Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." Juan 6:35

viernes, 2 de abril de 2010

"PESCAR CON SU PALABRA."

Hno. Luis Barrios.


Juan 21:1-3 “Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.”

Un milagro es un hecho o un acontecimiento extraordinario, que no se explica por medio de las leyes de la naturaleza. Y este fue un milagro que sucedió en aquella mañana, después de una noche llena de un rotundo fracaso. Una gran cantidad de peses fue agarrada porque la palabra de Cristo Jesús fue proferida y obedecida.


  • El milagro de no pescar nada

Pero, ¿cómo podemos ver un milagro en algo totalmente contrario?, o sea, ¿en el hecho de no pescar nada? Llamo a esto el milagro “de la corriente contraria”, esto es, hechos no deseados ni esperados fueron parte de un momento de fracaso, pero que de una forma impresionante nos prepara y nos dirige a una manifestación de algo extraordinario. Ese también es un milagro, el que nuestras reglas sean quebradas para que podamos ver los milagros de Dios.

Por lo tanto, el milagro de no pescar nada, precede al milagro de pescar a través de la palabra de Cristo. Pero antes el Señor quiebra las reglas de nuestros corazones para después quebrar las reglas de la naturaleza y manifestar Sus hechos milagrosos y didácticos. Didácticos, porque Jesús les enseña a sus obstinados discípulos, que desde aquel día en delante ellos debían confiar en El completamente y no en sus habilidades para servir en el Reino de Dios.

Estos discípulos eran apóstoles y todos eran pescadores. Lo que ellos pretendían hacer con la posible pesca, no se puede saber con seguridad, pero supongamos que buscaban a través de sus antiguas profesiones, el sustento material para ellos y sus familias, porque El sustentador ya no estaba más con ellos, y pensaban que debían tomar una actitud y volver a depender de ellos mismos.

Por otro lado, después de Su resurrección, Jesús no estuvo con ellos todo el tiempo, esta era la tercera aparición (Juan 21:14, Hechos 1:3). Era una transición donde el Señor los preparaba para que se acostumbraran a tenerlo dentro de ellos mismos, porque ya no tendrían Su presencia física.

EL SEÑOR NOS ENSENA A CONFIAR Y DESCANSAR EN EL Y NO VIVIR POR MEDIO DE NUESTRO PROPIO ESFUERZO.


  • Reflexión Responsable

El Señor revelo por lo menos tres lecciones al corazón de los apóstoles a través del milagro de no pescar nada aquella noche:

  1. Que ellos no debían seguir pescando naturalmente para sustentarse, serian sustentados por medio de la predicación de la palabra de Cristo.
  2. Sin una palabra de Su boca ellos no serian fructíferos.
  3. Caminar por el camino del corazón (la carne) no trae la aprobación divina. A pesar del fracaso, Dios espera que cuando las cosas no salen bien, nosotros aprovechemos la oportunidad para reflexionar responsablemente: reconociendo que lo que buscamos era solo una intención del corazón y no era lo que el Señor quería para nuestras vidas.

Aprendamos con las situaciones infructíferas a depender de la voluntad divina, para que no caigamos de nuevo en vergüenza delante del Señor. Ese será el momento para que el Señor actúe y para que los apóstoles regresen al camino correcto. Pedro se había olvidado del llamamiento del Señor para ser pescador de hombres (Lucas 5:10)

QUE NUESTROS FRACASOS SEAN MILAGROS A TRAVÉS DE LAS CUALES GRANDES LECCIONES SEAN APRENDIDAS.


  • El Amor por el Señor

El Señor también les mostro que ellos no Lo consideraban como el mayor amor de sus vidas. No estaban amando al Señor con todas sus fuerzas. Existe un paralelo entre el texto citado ahora, con Juan 21 y Deuteronomio 6:1-5 “…todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.” El Señor promete una vida larga, suceso al hacer la voluntad Divina y multiplicación como fruto de guardar Sus mandamientos.

Juan 14:15 Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

En Juan 21:15-17, después de haber comido los peses y pan que Jesús preparo, Pedro descubre a través de la pregunta incisiva de Jesús que él no lo amaba como debería. Y la misma pregunta Jesús nos hace: ¿Me amas mas que ha estos? ¿Más que a tus negocios, tus caminos, tus proyectos? Que podamos al final responder sinceramente como Pedro: “Tu sabes que te quiero…”, en otras palabras: “…no te amo como eres digno, Señor.”


  • Provisión Segura Si Lo Amamos


Dt. 6:10-12 “Cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”

El Señor saco a Su pueblo de Egipto y lo llevo a un lugar donde todo estaba listo; las 7 naciones que allí habitaban, fueran puestas por El para que prepararan la tierra y en ella había todo lo bueno. El Señor no les estaba enseñando a ser perezosos al pueblo, si no que si ellos le obedecían, todo tendrían en abundancia, y seria para que ellos lo administraran. Pero, si fijamos nuestros ojos en la prosperidad que el Señor nos da, hay un gran peligro:

Dt 6:11 “Y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies.”

La tierra prometida estaba llena de toda bendición material y prosperidad, pero estaba disponible para aquellos que guardasen Sus mandamientos por amor a Él. Pues de otra manera, si comenzaban a caminar por sus propios caminos, el mensaje seria el mismo dado a los discípulos:

Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”

No podremos pescar nada toda la noche. Todo será quitado de nuestras manos.

Por lo tanto, no nos olvidemos del Señor, que es la fuente de toda provisión, y mantengamos un espíritu humilde, como dice Dt. 6:12 “…de casa de servidumbre…” Esta actitud es importantísima.

Veamos lo que dice Nehemías:

Neh. 9:25-26 “Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles frutales; comieron, se saciaron, y se deleitaron en tu gran bondad. Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban contra ellos para convertirlos a ti, he hicieron grandes abominaciones.”

El riesgo de la prosperidad es obstinarse y pensar que no recibieron todo de las manos del Señor, sino que por medio de sus propias fuerzas, inteligencia, suerte etc., llevándonos a la rebelión. Dejaron de amar y oír la voz del Señor. El Señor muestra lo que sucedió, cuando describe la realidad de Su pueblo antes del cautiverio: “…y cavaron cisternas rotas, que no retienen aguas.” Jer. 2:13 En la tierra de Canaá habían cisternas, pero ellos pusieron sus ojos en las cisternas de agua naturales y no en el Señor, que es la Fuente de Aguas Vivas.


  • Uzias en su Prosperidad se Olvido del Señor

Un ejemplo de lo que estamos diciendo, lo vemos claramente en la vida del rey Uzias. El próspero tanto que infelizmente se olvidó del Señor.

2 Cr. 26:10-16 “Asimismo edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas: porque tuvo muchos ganados, así en los Sefela como en las vegas; y viñas, y labranzas, así en los montes como en los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura. Tuvo también Uzías un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en divisiones, de acuerdo con la lista hecha por mano de Jehiel escriba, y de Maasías gobernador, y por mano de Hananías, uno de los jefes del rey. Todo el número de los jefes de familias, valientes y esforzados, era dos mil seiscientos. Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes, para ayudar al rey contra los enemigos. Y Uzías preparó para todo el ejército, escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para tirar piedras. E hizo en Jerusalén máquinas por inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras, y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso. Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.”

Uzias administro muy bien a Jerusalén, pero su corazón se exalto en orgullo hasta el hecho de pensar que el también podía hacer el papel de sacerdote. El tuvo la oportunidad de detenerse en el momento correcto, pero no lo hizo. Si no nos arrepentimos en el momento adecuado, podremos continuar en ese camino y alejarnos del Señor.

2 Cr. 26:17-19 “Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios. Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso.”

En esos momentos donde nos damos cuenta que todo está errado, donde vemos que hemos actuamos mal, es necesario responder con humildad y arrepentimiento, virtudes que Uzias careció. Las palabras y acciones de los sacerdotes no fueron suficientes para Uzias, su prepotencia fue mayor. (2 Cr. 26:19). La lepra de Uzias no fue porque el entro en el santuario, sino porque se indignó y no fue capaz de humillarse. Lepra en la frente significa que su orgullo le subió a la cabeza por creerse digno. Tristemente desde aquel día Uzias vivió solito en una casa, alejado, como leproso.


  • El Milagro de Pescar Con Su Palabra

Juan 21:4-6 “Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; más los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.”

No hay duda que al comando del Señor, todos los peses se fueron para el lado derecho del barco para dejarse pescar. Pero los discípulos seguían sin reconocer al Señor, hasta que Juan le dijo a Pedro: “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.” Juan 21:7 ¿No vemos esta actitud paradoxal? ¿Porque Pedro se vestiría para lanzarse al mar? Porque Pedro sabía que él no se podía presentar desnudo (aun solo siendo de la cintura para arriba), delante del Señor. Debemos estar vestidos espiritual y físicamente para presentarnos al Señor.

Juan 21:8-9 “Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.”

El Señor pregunto a sus discípulos si tenían algo para comer y ellos respondieron que no. Cuando caminamos en nuestros propios caminos no tendremos nada para ofrecerle al Señor, ni pan ni pescado para que El pueda comer. El está trabajando en nosotros para que tengamos siempre comida para darle. Creemos que en esta oportunidad, Jesús si debe de haber convertido piedras en panes, pues era omnipotente y omnipresente (mientras que en la tentación El “aun no podía” hacer eso).

Es un comportamiento extraño de los discípulos. A cien metros de distancia es difícil reconocer a alguien, pero ¿lado a lado? La apariencia del Señor era otra. En el camino a Emaús los dos discípulos Lo reconocieron cuando El partió el pan y se los dio (Lucas 24:30). Ahora también Lo reconocen porque El les estaba dando de comer y por medio de la palabra de autoridad.

Pero la lección que Jesús quería dejar a Sus discípulos y principalmente para Pedro, era: “Vengan y coman de la comida que es fruto de mi palabra”; la misma que el profeta Elías comió, la cual le hizo caminar por 40 días hasta el monte del Señor (I Reyes 19:4-7). Sin esta comida ustedes no podrán resistir a las largas caminatas que les esperan.

Si el milagro de no pescar nada ha sido real en tu vida, es el momento de reflexionar con responsabilidad en tus caminos. Si el milagro de pescar con Su palabra ha sido real en tu vida, es el momento para decir: “Señor, yo quiero depender de Ti completamente; no quiero cavar cisternas rotas; dirígeme con Tu palabra. Permíteme vivir en la prosperidad de Canaán, pero con una actitud de esclavo del Egipto para que nunca yo me olvide de Ti.”


“El humilde, oirá Su voz, y la mano del Cordero lo guiara, pues El mora con el quebrantado, y Su gracia gratuita le da.”