"Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." Juan 6:35

jueves, 27 de enero de 2011

“¿Habrá Alguien a Quien No Puedo Perdonar?”

Pero yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen,

haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que

os ultrajan y os persiguen;.

Mateo 5.44


Un soldado turco había golpeado a un prisionero cristiano hasta dejarlo medio consciente. Mientras le daba otra patada, el soldado exigió: “Qué puede hacer tu Jesús por ti ahora?” El cristiano respondió tranquilamente: “Él puede darme fortaleza para perdonarte”.

Cuando Cristo estaba en la cruz, él respondió a los insultos y burlas de los sanguinarios que le escupían, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

¿Cuál es nuestra respuesta cuando alguien nos maltrata? ¿Acaso amamos hasta el punto que Cristo nos manda en Juan 15.12-13, como el nos ha amado? ¿Acaso oramos por aquellos que nos tratan con desdén? Jesús oro por sus acusadores, los amó y los perdonó.

Tenemos que perdonar a los demás si deseamos ser perdonados. Como Jesús dice en Mateo 6.15: “Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4.21).

-Kevin Miller,

Auburn, KY

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Si sufres a consecuencia de la injusticia de un hombre malo,

perdónalo; para que no haya dos hombres malos.



[Del Libro: Junto a Aguas de Reposo]



miércoles, 12 de enero de 2011

“¿Cómo te hallará Jesús?”

Pero cuando el Hijo del hombre viniere,

¿hallará fe en la tierra?.

Lucas 18.8


Había un hombre que era apasionadamente aficionado al color amarillo. Las paredes y el techo de su habitación estaban pintados de amarillo. Toda la alfombra de su casa era amarilla. Las sábanas, el cubrecama y hasta su pijama eran amarillos.

Un día, el pobre hombre amaneció enfermo con ictericia (enfermedad caracterizada por la coloración amarilla de la piel). Su esposa mandó llamar al médico y esperó afuera de la habitación hasta que el médico hubo de examinar a su esposo. Al instante, el médico salió de la habitación un tanto desconcertado.

-¿Cómo está él? – preguntó la esposa-.

-No sé – respondió el médico -, no puedo encontrarlo.

A menudo hay tan poca diferencia entre los que profesan ser “cristianos” y los que no lo son que uno casi no puede distinguirlos. Su estilo de vida armoniza tan bien con el ambiente secular que resulta difícil encontrarlos.

¿Qué desea hallar Jesús en la vida de sus hijos cuando regrese: riqueza, fama, popularidad?

Jesús preguntó: “¿Hallaré fe?” ¿Hallará en ti una fe que ha cambiado tu vida; una fe que te haya separado del mundo y su sistema; una fe que venza al mundo, a los deseos de los ojos y a la vanagloria de la vida?

¿Encontrará Jesús tu fe cuando regrese a la tierra?

-Mervin Graber,

Auburn, KY

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La fe que te salvará es una fe que te cambiará.


[Del Libro: Junto a Aguas de Reposo]


sábado, 8 de enero de 2011

“Libres para Siempre”

Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.

Juan 8.32


El Presidente Lincoln escribió la Proclamación de la Emancipación, la cual entró en vigor en enero de 1863. La misma declaraba “libres para siempre” a todos los residentes de los Estados Unidos; sin embargo, muchos esclavos permanecieron con sus amos, incluso después de concluida la guerra de secesión.

Muchos cristianos, como aquellos esclavos, escogen ignorar o no saben cómo apropiarse de la “libertad” ganada por la muerte de Cristo en la cruz y por su resurrección.

A continuación presentamos tres razones que explican por qué esto es así: 1) La ignorancia. Muchos cristianos desconocen la libertad que Cristo compró para ellos por medio de su obra redentora en la cruz; no se dan cuenta que los beneficios de la cruz están ahora disponibles para nosotros. Por lo tanto, no maduran en la gracia y el conocimiento de Jesucristo. 2) La inconveniencia es otra razón. Seguir a Cristo no siempre es una experiencia cómoda y sin problemas; es una vida de abnegación, disciplina, sacrificio y servicio. 3) El temor es otro obstáculo. Muchos cristianos le tienen temor al cambio. Tal como los esclavos emancipados, ellos temen aventurarse en el nuevo mundo.

La cruz de Cristo es nuestra Proclamación de Emancipación. Podemos, pues, ser libres de toda forma de esclavitud. Pero para ello tenemos que confiar en Cristo para la liberación. No tenemos que vivir como cautivos de nuestro pasado, de nuestras emociones o de nuestras circunstancias. ¡Gracias a Dios, podemos ser “libres para siempre”!

-Rudy Overholt,

Russellville, KY

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Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

-Juan 8.36


[Del Libro: Junto a Aguas de Reposo]