"Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." Juan 6:35

jueves, 15 de abril de 2010

"EL DIOS DE RESTAURACIÓN."

Hno. Juan Pablo Leonardo

15/04/10

Quiero empezar haciéndoles una pregunta: ¿Cuántos creemos que Dios es un Dios de restauración? Dios ama restaurar a Sus hijos, así que hoy veremos algo acerca del Dios de restauración.

Hchs. 3:19-21 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”

En este pasaje vemos que la restauración tiene que ver con el arrepentimiento, y que la venida del Señor está relacionada con restaurar todas las cosas.

Mal 4:5-6 “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”

Tal como sucedió en la primera venida, el Señor va a mandar primero a sus mensajeros para traer esa anhelada restauración a Su pueblo.

Nah. 2:2 “Porque Jehová restaurará la gloria de Jacob como la gloria de Israel; porque saqueadores los saquearon, y estropearon sus mugrones.”

Vemos en repetidas ocasiones que el mensaje de los profetas, los mensajeros de Dios, es el mismo: el Señor va a restaurar la gloria de Israel, su pueblo.

Así que, entendiendo lo anterior, ¿quién más nos puede enseñar acerca de restauración? Nadie mejor que el profeta Nehemías, entonces vamos a ver algunas lecciones que él nos enseña…

Neh. 1:1-2 “Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.”

· Debemos tener una carga por el pueblo de Dios:

Al igual que Nehemías, cada uno de nosotros debiera tener una carga genuina por nuestros hermanos, por aquellos que se encuentran en cautividad. No una carga pasajera, sino permanente.

Neh. 1:3 “Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.”

En la Biblia, los muros nos hablan de protección, pero aquí en este pasaje vemos que los muros de Jerusalén habían sido destruidos, y había caído el pueblo de Dios…

Sal. 51:18-19 “Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.”

Según el salmista, habrá un tiempo cuando los muros serán reconstruidos, entonces la alabanza va a ser grata a Dios.

Ahora, es importante que sepamos qué actitud tomar, ya que hay diferentes actitudes que nosotros podemos asumir al ver a alguien que cae:

· Hacernos los santos y decir: “Que barbaros… yo nunca haría eso.”

· Hacer uso de la autocompasión: “Pobrecito, ¿Qué le habrá pasado?”

· Manifestar indiferencia: “Que cada quien viva como quiera”

Pero nuestro Dios, no es un Dios de autocompasión, ni un es indiferente, Él es un Dios de RESTAURACION, y Él se fija en nosotros.

Neh. 1:4 “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.”

· Debemos adoptar la actitud correcta:

Nehemías tenía una actitud correcta acerca de lo que estaba sucediendo en el pueblo, el hizo duelo por el pueblo de Dios, no mostro autocompasión, ni mucho menos manifestó indiferencia, Nehemías oro y ayuno delante del Señor.

1 Cor. 2:14-16 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

Como creyentes, tenemos que ayunar para que el hombre natural se debilite dentro de nosotros, para que estemos rendidos totalmente al hombre espiritual, para que nos deleitemos en la ley de Dios y para que estemos atentos a la necesidad del pueblo del Señor, y de esa manera, llegar a tener el corazón de Dios.

Neh. 1:4-5 “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos.”

Nehemías reconoció donde estaba Dios (en los cielos), y el poder de Dios (fuerte y grande) y también vio lo temible de Dios. Así mismo nosotros tenemos que ver el poder de Dios para saber que Él puede y tiene el poder de restaurar a cualquiera, ya que para el Señor no hay nada difícil ni imposible. Debemos reconocer que Dios es un Dios temible. En la biblia vemos que aun los hombres más santos caían como muertos ante la presencia de Dios.

Dios es un Dios que guarda el pacto, por eso debemos reconocer que es un Dios fiel, y que muestra misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos.

¿Pero qué hombre cumple con esos dos requisitos? El que cumple estos requisitos es el hombre interior en nosotros, el hombre espiritual.

En el siguiente verso, veremos lo más precioso de la oración de Nehemías…

Neh. 1:6 “…esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.”

· Nehemías se idéntifica con el pecado del pueblo, él dice: “…hemos cometido contra ti…”, y seguramente oraba de esa manera porque cuando uno peca, todos sufren. No tenemos que criticar a los demás, sino identificarnos con ellos.

Lo que aprendemos de Nehemías, quien trajo restauración al pueblo, es que él se identificó con los pecados del pueblo aunque tal vez él vivía una vida piadosa.

· Nosotros tenemos que presentarnos delante de Dios con arrepentimiento, con aflicción en nuestros corazones, para traer restauración somos nosotros los primeros que tenemos que arrepentirnos.

· Vemos que era tanta la carga que Nehemías tenía por el pueblo de Dios, que no pudo cambiar su rostro cuando entro con el rey, él estaba intercediendo por el pueblo de Dios. Asimismo nosotros debemos ser intercesores de nuestros hermanos.

Heb. 7:24-26 “…mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.”

El Señor vive para interceder por nosotros, así que nosotros tenemos que entrar a Su presencia para interceder, pero no por nosotros mismos, nosotros somos los que tenemos que ponernos en la brecha e interceder por nuestros hermanos. Este es un tiempo para ponernos a interceder por el cuerpo de Cristo.


“Sumo Sacerdote, lleno de merced, el Cordero murió por mí, se muestra compasivo, intercede por mí, mi pecado perdono, El que murió por mí, y me da libertad, se conmueve por mi debilidad, Cordero del Calvario, en Tu gran bondad, termina Tu obra en mí.”