"Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." Juan 6:35

viernes, 9 de abril de 2010

"SED DE DIOS."

Hno. Carlos Morales.

08/04/10

Sal 42:1-2 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”

En este pasaje vemos como David se compara con un ciervo, con un ciervo que clama por agua. Para un ciervo, el beber de las aguas es cosa de vida o muerte

David al estar hablando de un ciervo en este pasaje, es porque quizá él seguramente los había observado muchas veces…

Cuando el ganado es sacado a un potrero, y no encuentran agua allí, se desesperan rápidamente, se tiene que buscar inmediatamente agua para saciarlos, el ganado no aguanta más de medio día sin probar algo de agua, y si eso sucede, para medio día estarán en la puerta del potrero esperando a que uno los lleve a tomar agua, y demostrando su sed de una manera muy clara.

De esta ilustración que acabamos de ver, podemos sacar algunas lecciones importantes para nuestras vidas:

· El ganado sabe en donde esperar al que los va a llevar a las aguas:

Saben identificar exactamente la puerta del potrero, que es donde aparecerá la persona que les llevara el agua.

¿Sabemos nosotros el lugar exacto donde encontraremos el Agua que saciara nuestra sed?

· El ganado demuestra claramente su necesidad de agua:

Cuando el ganado esta sediento, no se están reposados o quietos, sino que manifiestan inquietud y desesperación a causa de la sed.

¿Le demostramos nosotros al Señor cuan desesperados estamos por el Agua Viva que Él puede darnos?

· El ganado demuestra su mayor sed por lo general en el máximo calor del día:

Durante el transcurso de la mañana, el ganado puede pasar fácilmente las horas sin beber absolutamente nada de agua, al igual que en las tardes, pero en las horas máximas de calor, en el medio día, es donde manifiestan esa sed extrema.

¿Manifestamos nuestra sed en los tiempos de mayor angustia y prueba? ¿O huimos en vez de mostrar nuestra necesidad?

El salmista nos está hablando acerca de tener sed, de una necesidad genuina de agua, de estar totalmente deshidratados… pero ¿dónde lograremos tener tal sed? Esa sed extrema solo la encontraremos en el desierto. Solo allí hay tal necesidad de agua.

Nosotros muchas veces decimos y oramos pidiendo tener sed de Dios, y quizá muchas veces lo hacemos a la ligera, pero realmente no pensamos en que le estamos pidiendo al Señor que nos meta a un desierto, para experimentar esa sed, y allí rogar por Su agua.

¿PODEMOS REALMENTE ORAR: “SEÑOR DAME UN DESIERTO”?

Este no debe ser un clamor ligero, porque el Señor va a responder

El anhelo del Señor es llenarnos de Su agua, pero muchas veces no somos llenados porque no tenemos espacio para esa agua, debido a que nuestro vaso está lleno de otras cosas. Para eso es que necesitamos ser enviados al desierto, porque allí es donde las demás cosas se secan y así el Señor puede llenar nuestro vaso. En el desierto, el Señor nos vacía de lo que somos.

Jer. 2:13 “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”

¿Cómo están nuestras cisternas? Que seamos librados para no abandonar a Aquel que es la fuente de Agua Viva.

Gen. 13:10-11 “Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.”

Lot poso su mirada en una tierra de riego, de mucha agua y la escogió para sí, pero era una tierra que saciaba la sed de la carne, y el llevó grandes consecuencias por eso.

Nosotros podremos ir al mundo y saciarnos, pero las consecuencias van a venir, porque esas son cisternas rotas.

Ex 15:22-25 “E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó.”

El pueblo tenía tres días sin tomar agua, pero unos días después llegaron a Elím, solo tenían que esperar un poco más. Asimismo es con nosotros, cuando sintamos que ya no aguantamos la sed, no murmuremos, porque falta poco para que la prueba se termine. ¡Que no sigamos cometiendo ese error que ellos también cometieron en el desierto!

La falta de agua seca la tierra, muchas veces los cielos son cerrados porque hay pecado (2 Cron. 6:26), pero el Señor es un Dios de esperanza, solo tenemos que arrepentirnos para que los cielos sean abiertos sobre nosotros una vez más.

El Señor muchas veces enviara solo un rocío de los cielos, pero con eso podremos sobrevivir y ser agradecidos, porque las aguas vendrán más adelante.

Cant. 3:1-3 “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?

En este pasaje vemos que muchas veces buscamos al Señor mas no lo encontramos, pero la solución es que tenemos que seguir buscándolo. No debemos darnos por vencidos, sino hacer lo que hizo esta mujer en Cantares.

El Señor tiene propósitos para nuestras vidas aun cuando se aparta de nosotros:

· Cant. 3:4 “Apenas hube pasado de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; Lo así, y no lo dejé.”

Después de pasar un tiempo sin encontrar al Señor, cuando al fin lo encontramos, no lo saltamos, y llegamos a atesorar y a amar más sus visitaciones.

· Gen. 32:26 “Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.”

Jacob lucho con el ángel, y no lo soltó hasta recibir Su bendición, Jacob había tenido encuentros con Dios, y Dios estaba con él, pero en Peniel el lucho para ser cambiado, para ya no ser el mismo. ¡Que nosotros anhelemos también ese encuentro con Dios, el encuentro en que seremos cambiados!

¡QUE LE PIDAMOS AL SEÑOR QUE NOS PONGA ESE DESEO, ANHELAR EL ENCUENTRO QUE CAMBIARÁ NUESTRA VIDA!

Sal. 42:2-3 “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?”

Necesitamos una sed verdadera, para tener encuentros con el Señor.

Muchas veces en las pruebas dudamos donde está nuestro Dios, pero esas son dudas que el enemigo pone en nuestros corazones, y no debemos sucumbir ante ellas, porque ciertamente llegará el día en que el Señor saciará nuestra sed.

Dios está buscando corazones dispuestos que experimenten lo difícil que es ir al desierto, mas ahora sabemos que lo que Él nos ofrece a cambio, vale la pena… ¿ESTAREMOS DISPUESTOS?



“Como el ciervo brama por las aguas, así clamo por Ti, oh Dios, mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, del Dios de mi salvación, solo Tu eres mi Roca, mi Escudo y mi Galardón, solo Tu eres mi deseo y quiero adorarte Dios.”