"Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." Juan 6:35

miércoles, 16 de febrero de 2011

“Una Fe de Niño”

Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.

Romanos 4.3


Al pensar en mi vida pasada, yo recuerdo momentos en que las montañas parecían tan altas e imposibles de cruzar, de manera que se las entregué a Dios y, en cuestión de tiempo, las quitó de mi camino. Jesús dijo en Mateo que si tenemos incluso la más mínima cantidad de fe seríamos capaces de quitar montañas.

Dios le dijo a Abraham que él tenía que tomar a su hijo, su único hijo Isaac, e ir a un lugar que él le mostraría para que se lo ofreciese en sacrificio. Abraham pudo haber pensado para sí mismo, ¿Cómo puede ser posible esto, e cómo podrá Dios alguna vez cumplir su promesa de que mi simiente sea como las arenas del mar?

Abraham no cuestionó a Dios, sino que simplemente confió en él. Él tenía la fe de que incluso si ofrecía a Isaac Dios lo resucitaría. Esta fue una verdadera prueba para Abraham y sin duda, él estuvo todo el tiempo tentado a simplemente renunciar a todo el proyecto. Sin embargo, él permaneció fiel y fue obediente hasta el final. Entonces Dios le dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22.12).

Jesús tomó a un niño y dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18.3). Tenemos que tener una fe de niño en un gran Dios.

-Abner Overholt,

Auburn, KY

_______________

Cuando dices que una situación no tiene esperanza,

le das un portazo a Dios en su cara.


[Del Libro: Junto a Aguas de Reposo]